EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y SUS EFECTOS
EN MEDELLÍN Y COLOMBIA
Carlos Arturo Cadavid Valderrama[1]
Noviembre del 2015,
Medellín-Colombia
“La vida actual está envenenada hasta las raíces. El hombre ha ocupado
el lugar de los árboles y de los animales y ha envenenado el aire, ha impedido
el libre espacio. Pueden ocurrir cosas peores. El triste y activo animal podría
descubrir y poner a su servicio otras fuerzas. Hay una amenaza de esa clase en
el aire. El resultado será una gran riqueza… en el número de hombres. Cada
metro cuadrado estará ocupado por un hombre. ¿Quién nos curará de la falta de
aire y de espacio? ¡Solo de pensarlo me asfixio!” (Italo Svevo, Itali,
1861-1928).
No hay ya día sin que las noticias registren
graves alteraciones del clima como consecuencia del cambio climático global, lo cual incrementa en nuestro país los períodos de paso del llamado fenómeno de “El Niño/Oscilación del Sur”, que “es un
fenómeno natural resultado de la interacción entre el océano y la atmósfera en
las zonas oriental y central del Pacífico ecuatorial. Habitualmente, los
episodios de El Niño se intensifican a finales del año civil, alcanzando
su fase máxima entre octubre y enero del año siguiente…Las graves sequías y las
inundaciones devastadoras que se están experimentando en las zonas tropicales y
subtropicales caracterizan el presente episodio de El Niño, el más fuerte
registrado desde hace más de 15 años” (Boletín No. 12 de la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) del 16 de Noviembre del 2015). [2]
Informa la Organización
Meteorológica Mundial (OMM), en su el Boletín No. 9 de Noviembre del 2015: “La cantidad de gases de efecto invernadero
presentes en la atmósfera alcanzó un nuevo máximo sin precedentes en 2014,
continuando así un aumento incesante que alimenta el cambio climático y hará
del planeta un lugar más peligroso e inhóspito para las generaciones futuras”.
![]() |
Imagen tomada de El Tiempo Galeria de Imagenes_
Colombia, Casanare.
Sequia
|
El vapor de agua y el CO2 (Dióxido de Carbono) son
los dos principales gases de efecto invernadero, pero el CO2 es el principal causante
del cambio climático, aunque hay otros gases que causan concentraciones
inusuales a causa de la actividad humana e incluso natural, como el metano y el
óxido nitroso.
Michel Jarraud, Secretario
General de la OMM, dijo al respecto: “No
podemos ver el CO2. Se trata de una amenaza invisible pero muy real, que trae
consigo unas temperaturas mundiales más altas, un mayor número de fenómenos
meteorológicos extremos (olas de calor, crecidas, etc.), la fusión del hielo,
el aumento del nivel del mar y el incremento de la acidez de los océanos. Esto
está ocurriendo ahora y nos estamos adentrando en un terreno desconocido a una
velocidad de vértigo” y agregó: “El dióxido de carbono permanece en la
atmósfera durante cientos de años y en el océano aún mucho más. Las emisiones
pasadas, presentes y futuras tendrán un efecto acumulativo tanto en el
calentamiento de la Tierra como en la acidificación de los océanos. Las leyes
de la física no son negociables”.
El Boletín sobre los gases de
efecto invernadero constituye una base científica para la adopción de
decisiones. Su publicación por la OMM tiene lugar antes de las negociaciones de
las Naciones Unidas sobre el cambio climático que tendrán lugar en París del 30
de noviembre al 11 de diciembre. Una publicación aparte, el Informe
sobre la disparidad en las emisiones, del Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, se centra en las emisiones anuales de CO2.
Las corrientes de aire que
provienen del Pacífico hacia el interior de Sur América, modifican las
estaciones de lluvia naturales produciendo precipitaciones catastróficas e
incrementan las olas de calor que están asolando campos y ciudades colombianos.
Las causas pueden ser muy diversas, pero todo señala como principal causa a la
actividad del ser humano sobre el planeta, que en 200 años ha cuadriplicado en
la atmósfera la presencia de gases de efecto invernadero, entre los cuales
ocupa el primer lugar el gas carbónico (CO2).
El gas carbónico (CO2), es emitido principalmente por
el ardimiento de combustibles derivados del petróleo, usados por la industria y
los vehículos, los cuales no han sido reemplazados a tiempo a causa de la alta
concentración monopólica de estas áreas económicas en manos de un pequeño
círculo de empresas multinacionales.
Tanto el fenómeno natural del
Niño como la explotación depredadora del suelo y de los combustibles fósiles,
producirán consecuencias funestas de tal magnitud que solo hasta ahora en la
ficción cinematográfica alcanzamos a percibir, a manera del destino cierto que
le espera a la humanidad, sino no ponemos un decidido y radical alto a las
causas del calentamiento global.
Gráfica tomada de: http://calentamientoglobalclima.org
Cambios drásticos
y altas temperaturas en Medellín son alarmantes
Algo que sí hemos observado
repetida y aceleradamente, es que cuando se viaja hacia Bogotá o se llega a
Rionegro, desde la ventanilla del avión se constata el alto grado de
deforestación y afectación de cuencas hidrográficas en que se encuentran
sumidas nuestras montañas, otrora atiborradas de frondosos bosques nativos.
Solo pequeños y cimbreantes hilos forestales, esplendorosos y verdes,
permanecen vigilantes en las riberas de las corrientes de agua que todavía
circulan por la extensión del departamento. En contraste, el paisaje está repleto
de grandes zonas desiertas y deforestadas por la ganadería extensiva, la
explotación minera a campo abierto y la asignación del suelo para usos
recreativos y contemplativos de grandes hacendados y terratenientes. Y
entonces, cabe preguntarse, dónde por Dios, durante todos estos años, antes y
después de escucharse la cantinela del Niño y La Niña, estaban las robustas
Corporaciones Autónomas Regionales, pues a sus ojos se ha causado tragedia
mayúscula, que ahora nos está cobrando la naturaleza con la aparición de
tempestades nunca antes sufridas, borrascas inusuales, precipitaciones
diluvianas, inundaciones súbitas y aumento desmesurado del clima y de las
sequías. Por eso los efectos de un fenómeno como El Niño, exacerbado también
por el cambio climático global, no encuentra barreras que mitiguen su impacto
al asolar el oeste colombiano.
En Medellín, las temperaturas
que recordamos desde hace 35 y 40 años, no sobrepasaban los 23 y máximo 26
grados, hoy no bajan de 28 y 30 grados, e incluso más. La Redacción de El
Colombiano del pasado 4 de Julio destacó la siguiente noticia, la cual
corrobora nuestra apreciación: “El jueves
2 de julio, según los reportes del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el
Valle de Aburrá, Siata, se presentó en Medellín el día más caliente del
año. Tuvimos en el centro de la ciudad, un punto central de medición, una
temperaturas de 33 grados centígrados, este año no habíamos tenido esa
cifra”, confirmó Carlos David Hoyos, Gerente del Siata”.
El Niño y el
calentamiento, cuestión política en provecho de una minoría
Claro que el calentamiento
global y el recrudecimiento de los efectos de El Niño, ayudan. Sin embargo, al ser
causante el ser humano de la debacle mundial, este fenómeno se convierte en un
asunto político para beneficio de empresas privadas y de una clase política
intermediaria, al cual recurre hasta el Presidente de La República para
anunciar las alzas de las tarifas de energía, con lo cual además muestra el
fracaso de las políticas públicas de prevención, que ahora quiere que paguemos
todos los colombianos (El Tiempo, 27 de Octubre del 2015, “Así será el alza en las facturas
de energía en todo el país: En el
estrato uno, el ajuste equivale a $439 mes, mientras que para el estrato seis
será de $2.943”).
Tomada de Internet
|
Tomada de Internet
|
Se denunció hace poco, cómo las
empresas electrificadoras privadas en la Costa Caribe y el Valle se
embolsillaron los porcentajes del arbitrario “cargo por confiabilidad” que cobraron por lustros para una eventual
crisis como la que ahora dicen tener. En efecto, el columnista de la revista Semana,
David Barguil Assis, puntualizó:
“Hace un mes el Gobierno Nacional destapó la olla de la crisis
energética pero aún no se señalan responsables y se insiste en defender lo
indefendible. El Gobierno viene diciendo que los
colombianos no pagamos un seguro y que la mejor manera de entender el cargo por
confiabilidad es hacer de cuenta que le pagamos a un taxi para que estuviera
disponible en la puerta de nuestra oficina y de esta manera llevarnos al
aeropuerto a cualquier hora.”
(Revista Semana, Noviembre 21 del 2015). Es decir, 10 millones de colombianos
entregamos, continúa diciendo, más de 15.5 billones de pesos al sistema
interconectado nacional, para que asumiera un seguro contra todo riesgo,
dineros que se gastaron las termoeléctricas y ahora ni el gobierno ni la
Superintendencia de Servicios Públicos quieren hacer algo al respecto: solo
subir las tarifas y seguir patrocinando semejante bribonada pública.
Efectos
adversos tanto en el campo como en la ciudad
La deforestación y la violenta
pérdida de capa vegetal no solo se presenta en los campos antioqueños. También
la ciudad sufre sus consecuencias, pues con el aumento desmesurado del parque
automotor, la consiguiente urbanización para sostenerlo y la polución que
desprende, el incremento de la población y por ende de la necesidad de
construcción de viviendas y dotación de servicios, contribuye al cambio
climático urbano. En igual medida, el cambio de vocación industrial de Medellín
por el comercial y de servicios, impulsa la desaparición de grandes áreas de
contención climática por cuenta de enormes centros comerciales. El urbanismo
desmedido (caso El Poblado y Pajarito) y otras zonas citadinas incluyendo las
grandes obras de infraestructura de la ciudad, por importantes que parezcan, le
causan un daño inmedible al ambiente de frescura de la desaparecida Ciudad de
la Eterna Primavera, pues no se subsana la desaparición de la capa verde y de
la anterior floresta, con la misma rapidez en que se edifica y urbaniza tan
desmedidamente (El Espectador, Sube el termómetro en Medellín, El
calor tiene azotados a los paisas, quienes piensan que de la ciudad de la
eterna primavera ya poco queda. 15 de enero del 2015).
La presión de intereses y necesidades
sobre el suelo urbano disponible otrora verde y reforestado en barrios
tradicionales, más una actitud laxa de las oficinas de planeación y las
curadurías urbanas, ha permitido el descontrol urbanístico y la disminución de
la calidad de vida de los habitantes de Medellín y municipios cercanos. Según
el investigador José Fernando Jiménez, “En
las islas de calor urbano tienen que ver los materiales de las construcciones
de edificios e infraestructura que usamos. Por ejemplo, los parques tienden a
ser de superficie dura, como Los Deseos, la Luz, La Alpujarra, San Antonio. Eso
“es bueno para que se siente la gente, pero desafortunado desde el frescor
urbano” (¿Por qué en el centro hace
más calor que en el resto de Medellín?, El Colombiano, 14 de julio del 2015).
Entre los detonantes de las
fuertes variables climáticas que se sienten en la ciudad y afecta la salud de
los habitantes, se encuentra la contaminación ambiental producida por el
imparable crecimiento del número de vehículos que transitan por el Valle de
Aburrá, que aumentó en un 32.5% en los últimos siete años, al pasar de 767.548
en el 2008 a 1.266.931 en el 2014, siendo “Carros
y motos, los principales agentes contaminantes del aire”, al emitir el 98%
del monóxido de carbono, el 86% de los óxidos de nitrógeno, el 74% de
compuestos orgánicos volátiles, el 79% del material particulado y el 72% del
dióxido de nitrógeno (ADN, 6 de
Noviembre del 2015).
De lo anterior, se desprende lo
significativo que puede ser la existencia de la
política pública de movilidad y ambiente adoptada por el Municipio de
Medellín, de darle prioridad al transporte público y al uso masivo de la
bicicleta, pues hasta ahora han prevalecido los intereses ligados al cemento y
la gasolina y el interés particular sobre el general, en desmedro de los
derechos colectivos de la población a un ambiente sano y a un futuro mejor.
Situación que debe revertirse drásticamente para evitar un “no futuro” devastador.
La entidad que en el mundo
tiene la responsabilidad de dilucidar políticas encaminadas a enfrentar el
cambio climático, es el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) que
dispone reportes periódicos sobre “el
estado del arte científico respecto al cambio climático.” La última versión
es la quinta y al decir de El
Espectador, “el mensaje es casi el mismo,
pero con un lenguaje más fuerte: los humanos somos responsables del cambio
climático por las emisiones que nuestras actividades generan y en el mediano y
el largo plazo los impactos que puede tener en el mundo son de alerta.” (El
Espectador, Noviembre 24 del 2015). Concluye el informe que los colombianos nos
debemos adaptar y para eso lanza propuestas a los distintos ministerios,
basados en la mitigación, más no en eliminar las causas que provocan que estos fenómenos
sean más fuertes en nuestro país: el actual modelo económico y social. Pero
algo es algo.
En EXPO2007 UNIVERSIDAD, Octubre 11 del
2007, convocada por la Universidad de Antioquia, se alertó sobre la
incertidumbre venidera referente al cambio climático en la ciudad y se impulsó
la Declaración de Medellín sobre el
Cambio Climático, donde se exhorta a las autoridades a tomar medidas
inmediatas de todo orden para cambiar los hábitos de consumo, las formas de
construcción, la protección y restauración de los recursos renovables, del agua
y de los bosques y la revisión de las concesiones de explotación industrial y
agropecuaria. No obstante, la experiencia y las noticias de los últimos años han
mostrado que antes que disminuir estos factores negativos, han aumentado
vertiginosamente. Algo debemos hacer.
Las comunidades -nos instan
los mandos de poder-, debemos aportar más para disminuir las secuelas de estos
fenómenos climáticos, aparte de las cargas sociales y económicas que nos depara
una mala administración de los recursos naturales e hídricos.
Podemos y debemos ahorrar agua
y energía, pero no por cuestiones económicas, que ya lo hacemos, sino por la
conciencia social de que son recursos que la humanidad necesita para su
supervivencia y deben ser luchados, usados y administrados con responsabilidad,
dentro de un nuevo orden y modelo económico social, pues el estereotipo
neoliberal actual ha fracasado rotundamente y mantiene en peligro la existencia
de la humanidad en nuestra única casa sideral, el planeta Tierra.
[1]
Abogado egresado de la Universidad de Antioquia, Delegado de Alianza
Internacional de Habitantes (AIH: www.habitants.org), socio de la Escuela
Nacional Sindical, fundador de la Junta Cívica Paraje El Pinar (Fuente
Clara-Robledo) y asesor solidario de organizaciones populares de Medellín en
defensa y mejoramiento del territorio, la vivienda y el hábitat. carloscadavid@hotmail.com.
[2]
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) es un organismo
especializado de las Naciones
Unidas. Es su portavoz autorizado acerca del estado y el
comportamiento de la atmósfera terrestre, su interacción con los océanos, el
clima que produce y la distribución resultante de los recursos hídricos.
La OMM
cuenta con 191 Estados y Territorios Miembros (desde el 1 de enero de 2013). Su
predecesora, la Organización Meteorológica Internacional (OMI), se fundó en
1873. La OMM se creó en 1950 y se convirtió en el organismo especializado de
las Naciones Unidas para la meteorología (tiempo y clima), la hidrología
operativa y las ciencias geofísicas conexas en 1951 (Fuente: https://www.wmo.int/pages/index_es.html).