viernes, 22 de abril de 2016

EL CALENTAMIENTO GLOBAL Y SUS EFECTOS
EN MEDELLÍN Y COLOMBIA

Carlos Arturo Cadavid Valderrama[1]
Noviembre del 2015, Medellín-Colombia

“La vida actual está envenenada hasta las raíces. El hombre ha ocupado el lugar de los árboles y de los animales y ha envenenado el aire, ha impedido el libre espacio. Pueden ocurrir cosas peores. El triste y activo animal podría descubrir y poner a su servicio otras fuerzas. Hay una amenaza de esa clase en el aire. El resultado será una gran riqueza… en el número de hombres. Cada metro cuadrado estará ocupado por un hombre. ¿Quién nos curará de la falta de aire y de espacio? ¡Solo de pensarlo me asfixio!” (Italo Svevo, Itali, 1861-1928).

No hay ya día sin que las noticias registren graves alteraciones del clima como consecuencia del cambio climático global, lo cual incrementa en nuestro país los períodos de paso del llamado fenómeno de “El Niño/Oscilación del Sur”, que “es un fenómeno natural resultado de la interacción entre el océano y la atmósfera en las zonas oriental y central del Pacífico ecuatorial. Habitualmente, los episodios de El Niño se intensifican a finales del año civil, alcanzando su fase máxima entre octubre y enero del año siguiente…Las graves sequías y las inundaciones devastadoras que se están experimentando en las zonas tropicales y subtropicales caracterizan el presente episodio de El Niño, el más fuerte registrado desde hace más de 15 años” (Boletín No. 12 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) del 16 de Noviembre del 2015). [2]


Informa la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en su el Boletín No. 9 de Noviembre del 2015: “La cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera alcanzó un nuevo máximo sin precedentes en 2014, continuando así un aumento incesante que alimenta el cambio climático y hará del planeta un lugar más peligroso e inhóspito para las generaciones futuras”.

Imagen tomada de El Tiempo Galeria de Imagenes_
Colombia,  Casanare. Sequia
El vapor de agua y el CO2 (Dióxido de Carbono) son los dos principales gases de efecto invernadero, pero el CO2 es el principal causante del cambio climático, aunque hay otros gases que causan concentraciones inusuales a causa de la actividad humana e incluso natural, como el metano y el óxido nitroso.

Michel Jarraud, Secretario General de la OMM, dijo al respecto: “No podemos ver el CO2. Se trata de una amenaza invisible pero muy real, que trae consigo unas temperaturas mundiales más altas, un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos (olas de calor, crecidas, etc.), la fusión del hielo, el aumento del nivel del mar y el incremento de la acidez de los océanos. Esto está ocurriendo ahora y nos estamos adentrando en un terreno desconocido a una velocidad de vértigo” y agregó: “El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante cientos de años y en el océano aún mucho más. Las emisiones pasadas, presentes y futuras tendrán un efecto acumulativo tanto en el calentamiento de la Tierra como en la acidificación de los océanos. Las leyes de la física no son negociables”.

El Boletín sobre los gases de efecto invernadero constituye una base científica para la adopción de decisiones. Su publicación por la OMM tiene lugar antes de las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que tendrán lugar en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre. Una publicación aparte, el Informe sobre la disparidad en las emisiones, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se centra en las emisiones anuales de CO2.

Las corrientes de aire que provienen del Pacífico hacia el interior de Sur América, modifican las estaciones de lluvia naturales produciendo precipitaciones catastróficas e incrementan las olas de calor que están asolando campos y ciudades colombianos. Las causas pueden ser muy diversas, pero todo señala como principal causa a la actividad del ser humano sobre el planeta, que en 200 años ha cuadriplicado en la atmósfera la presencia de gases de efecto invernadero, entre los cuales ocupa el primer lugar el gas carbónico  (CO2).

El gas carbónico (CO2), es emitido principalmente por el ardimiento de combustibles derivados del petróleo, usados por la industria y los vehículos, los cuales no han sido reemplazados a tiempo a causa de la alta concentración monopólica de estas áreas económicas en manos de un pequeño círculo de empresas multinacionales.

Tanto el fenómeno natural del Niño como la explotación depredadora del suelo y de los combustibles fósiles, producirán consecuencias funestas de tal magnitud que solo hasta ahora en la ficción cinematográfica alcanzamos a percibir, a manera del destino cierto que le espera a la humanidad, sino no ponemos un decidido y radical alto a las causas del calentamiento global.
Gráfica tomada de: http://calentamientoglobalclima.org


Cambios drásticos y altas temperaturas en Medellín son alarmantes

Algo que sí hemos observado repetida y aceleradamente, es que cuando se viaja hacia Bogotá o se llega a Rionegro, desde la ventanilla del avión se constata el alto grado de deforestación y afectación de cuencas hidrográficas en que se encuentran sumidas nuestras montañas, otrora atiborradas de frondosos bosques nativos. Solo pequeños y cimbreantes hilos forestales, esplendorosos y verdes, permanecen vigilantes en las riberas de las corrientes de agua que todavía circulan por la extensión del departamento. En contraste, el paisaje está repleto de grandes zonas desiertas y deforestadas por la ganadería extensiva, la explotación minera a campo abierto y la asignación del suelo para usos recreativos y contemplativos de grandes hacendados y terratenientes. Y entonces, cabe preguntarse, dónde por Dios, durante todos estos años, antes y después de escucharse la cantinela del Niño y La Niña, estaban las robustas Corporaciones Autónomas Regionales, pues a sus ojos se ha causado tragedia mayúscula, que ahora nos está cobrando la naturaleza con la aparición de tempestades nunca antes sufridas, borrascas inusuales, precipitaciones diluvianas, inundaciones súbitas y aumento desmesurado del clima y de las sequías. Por eso los efectos de un fenómeno como El Niño, exacerbado también por el cambio climático global, no encuentra barreras que mitiguen su impacto al asolar el oeste colombiano.

En Medellín, las temperaturas que recordamos desde hace 35 y 40 años, no sobrepasaban los 23 y máximo 26 grados, hoy no bajan de 28 y 30 grados, e incluso más. La Redacción de El Colombiano del pasado 4 de Julio destacó la siguiente noticia, la cual corrobora nuestra apreciación: “El jueves 2 de julio, según los reportes del Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá, Siata, se presentó en Medellín el día más caliente del año. Tuvimos en el centro de la ciudad, un punto central de medición, una temperaturas de 33 grados centígrados, este año no habíamos tenido esa cifra”, confirmó Carlos David Hoyos, Gerente del Siata”.

El Niño y el calentamiento, cuestión política en provecho de una minoría

Claro que el calentamiento global y el recrudecimiento de los efectos de El Niño, ayudan. Sin embargo, al ser causante el ser humano de la debacle mundial, este fenómeno se convierte en un asunto político para beneficio de empresas privadas y de una clase política intermediaria, al cual recurre hasta el Presidente de La República para anunciar las alzas de las tarifas de energía, con lo cual además muestra el fracaso de las políticas públicas de prevención, que ahora quiere que paguemos todos los colombianos (El Tiempo, 27 de Octubre del 2015, “Así será el alza en las facturas de energía en todo el país: En el estrato uno, el ajuste equivale a $439 mes, mientras que para el estrato seis será de $2.943”).


Tomada de Internet

Tomada de Internet

Se denunció hace poco, cómo las empresas electrificadoras privadas en la Costa Caribe y el Valle se embolsillaron los porcentajes del arbitrario “cargo por confiabilidad” que cobraron por lustros para una eventual crisis como la que ahora dicen tener. En efecto, el columnista de la revista Semana,  David Barguil Assis, puntualizó: “Hace un mes el Gobierno Nacional destapó la olla de la crisis energética pero aún no se señalan responsables y se insiste en defender lo indefendible. El Gobierno viene diciendo que los colombianos no pagamos un seguro y que la mejor manera de entender el cargo por confiabilidad es hacer de cuenta que le pagamos a un taxi para que estuviera disponible en la puerta de nuestra oficina y de esta manera llevarnos al aeropuerto a cualquier hora.” (Revista Semana, Noviembre 21 del 2015). Es decir, 10 millones de colombianos entregamos, continúa diciendo, más de 15.5 billones de pesos al sistema interconectado nacional, para que asumiera un seguro contra todo riesgo, dineros que se gastaron las termoeléctricas y ahora ni el gobierno ni la Superintendencia de Servicios Públicos quieren hacer algo al respecto: solo subir las tarifas y seguir patrocinando semejante bribonada pública.

Efectos adversos tanto en el campo como en la ciudad

La deforestación y la violenta pérdida de capa vegetal no solo se presenta en los campos antioqueños. También la ciudad sufre sus consecuencias, pues con el aumento desmesurado del parque automotor, la consiguiente urbanización para sostenerlo y la polución que desprende, el incremento de la población y por ende de la necesidad de construcción de viviendas y dotación de servicios, contribuye al cambio climático urbano. En igual medida, el cambio de vocación industrial de Medellín por el comercial y de servicios, impulsa la desaparición de grandes áreas de contención climática por cuenta de enormes centros comerciales. El urbanismo desmedido (caso El Poblado y Pajarito) y otras zonas citadinas incluyendo las grandes obras de infraestructura de la ciudad, por importantes que parezcan, le causan un daño inmedible al ambiente de frescura de la desaparecida Ciudad de la Eterna Primavera, pues no se subsana la desaparición de la capa verde y de la anterior floresta, con la misma rapidez en que se edifica y urbaniza tan desmedidamente (El Espectador, Sube el termómetro en Medellín, El calor tiene azotados a los paisas, quienes piensan que de la ciudad de la eterna primavera ya poco queda. 15 de enero del 2015).

La presión de intereses y necesidades sobre el suelo urbano disponible otrora verde y reforestado en barrios tradicionales, más una actitud laxa de las oficinas de planeación y las curadurías urbanas, ha permitido el descontrol urbanístico y la disminución de la calidad de vida de los habitantes de Medellín y municipios cercanos. Según el investigador José Fernando Jiménez, “En las islas de calor urbano tienen que ver los materiales de las construcciones de edificios e infraestructura que usamos. Por ejemplo, los parques tienden a ser de superficie dura, como Los Deseos, la Luz, La Alpujarra, San Antonio. Eso “es bueno para que se siente la gente, pero desafortunado desde el frescor urbano” (¿Por qué en el centro hace más calor que en el resto de Medellín?,  El Colombiano, 14 de julio del 2015).

Entre los detonantes de las fuertes variables climáticas que se sienten en la ciudad y afecta la salud de los habitantes, se encuentra la contaminación ambiental producida por el imparable crecimiento del número de vehículos que transitan por el Valle de Aburrá, que aumentó en un 32.5% en los últimos siete años, al pasar de 767.548 en el 2008 a 1.266.931 en el 2014, siendo “Carros y motos, los principales agentes contaminantes del aire”, al emitir el 98% del monóxido de carbono, el 86% de los óxidos de nitrógeno, el 74% de compuestos orgánicos volátiles, el 79% del material particulado y el 72% del dióxido de nitrógeno  (ADN, 6 de Noviembre del 2015).  

De lo anterior, se desprende lo significativo que puede ser la existencia de la  política pública de movilidad y ambiente adoptada por el Municipio de Medellín, de darle prioridad al transporte público y al uso masivo de la bicicleta, pues hasta ahora han prevalecido los intereses ligados al cemento y la gasolina y el interés particular sobre el general, en desmedro de los derechos colectivos de la población a un ambiente sano y a un futuro mejor. Situación que debe revertirse drásticamente para evitar un “no futuro” devastador.

La entidad que en el mundo tiene la responsabilidad de dilucidar políticas encaminadas a enfrentar el cambio climático, es el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) que dispone reportes periódicos sobre “el estado del arte científico respecto al cambio climático.” La última versión es la  quinta y al decir de El Espectador, “el mensaje es casi el mismo, pero con un lenguaje más fuerte: los humanos somos responsables del cambio climático por las emisiones que nuestras actividades generan y en el mediano y el largo plazo los impactos que puede tener en el mundo son de alerta.” (El Espectador, Noviembre 24 del 2015). Concluye el informe que los colombianos nos debemos adaptar y para eso lanza propuestas a los distintos ministerios, basados en la mitigación, más no en eliminar las causas que provocan que estos fenómenos sean más fuertes en nuestro país: el actual modelo económico y social. Pero algo es algo.

En EXPO2007 UNIVERSIDAD, Octubre 11 del 2007, convocada por la Universidad de Antioquia, se alertó sobre la incertidumbre venidera referente al cambio climático en la ciudad y se impulsó la Declaración de Medellín sobre el Cambio Climático, donde se exhorta a las autoridades a tomar medidas inmediatas de todo orden para cambiar los hábitos de consumo, las formas de construcción, la protección y restauración de los recursos renovables, del agua y de los bosques y la revisión de las concesiones de explotación industrial y agropecuaria. No obstante, la experiencia y las noticias de los últimos años han mostrado que antes que disminuir estos factores negativos, han aumentado vertiginosamente. Algo debemos hacer.

Las comunidades -nos instan los mandos de poder-, debemos aportar más para disminuir las secuelas de estos fenómenos climáticos, aparte de las cargas sociales y económicas que nos depara una mala administración de los recursos naturales e hídricos.

Podemos y debemos ahorrar agua y energía, pero no por cuestiones económicas, que ya lo hacemos, sino por la conciencia social de que son recursos que la humanidad necesita para su supervivencia y deben ser luchados, usados y administrados con responsabilidad, dentro de un nuevo orden y modelo económico social, pues el estereotipo neoliberal actual ha fracasado rotundamente y mantiene en peligro la existencia de la humanidad en nuestra única casa sideral, el planeta Tierra.



[1] Abogado egresado de la Universidad de Antioquia, Delegado de Alianza Internacional de Habitantes (AIH: www.habitants.org), socio de la Escuela Nacional Sindical, fundador de la Junta Cívica Paraje El Pinar (Fuente Clara-Robledo) y asesor solidario de organizaciones populares de Medellín en defensa y mejoramiento del territorio, la vivienda y el hábitat. carloscadavid@hotmail.com.
[2] La Organización Meteorológica Mundial (OMM) es un organismo especializado de las Naciones Unidas. Es su portavoz autorizado acerca del estado y el comportamiento de la atmósfera terrestre, su interacción con los océanos, el clima que produce y la distribución resultante de los recursos hídricos.
La OMM cuenta con 191 Estados y Territorios Miembros (desde el 1 de enero de 2013). Su predecesora, la Organización Meteorológica Internacional (OMI), se fundó en 1873. La OMM se creó en 1950 y se convirtió en el organismo especializado de las Naciones Unidas para la meteorología (tiempo y clima), la hidrología operativa y las ciencias geofísicas conexas en 1951 (Fuente: https://www.wmo.int/pages/index_es.html).

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